Desde pocos días después del nacimiento de nuestro hijo, el pediatra, el profesional que lo atiende, se convierte en uno de nuestros mayores aliados y persona a la que le consultamos todo y en ocasiones, con gran frecuencia e incluso urgencia.
Sin embargo, esta mano amiga no siempre estará a nuestro lado y a la de nuestro pequeño o pequeña, puesto que cuando estos crezcan deberán hacer la transición de la consulta pediátrica a la del médico de adultos.
Hoy te explicamos hasta qué edad es posible llevar a los niños al pediatra y cómo realizar la transición entre ambos profesionales.
La pediatría es “medicina integral del período evolutivo de la existencia humana desde la concepción hasta el fin de la adolescencia, época cuya singularidad reside en el fenómeno del crecimiento, maduración y desarrollo biológico, fisiológico y social que, en cada momento, se liga a la íntima interdependencia entre el patrimonio heredado y el medio ambiente en el que el niño y el adolescente se desenvuelven.”
Aunque la definición anterior identifica el final del período pediátrico en el final de la adolescencia, este límite no cuenta con fronteras claras.
En general hasta hace poco, se entendía que los 14 años era la edad en que los menores pasaban del pediatra al médico de familia o cabecera. Sin embargo, esto varía en función de la Comunidad Autónoma, los propios profesionales y centros y la situación del niño.
En definitiva, para ser lo más eficientes posible y garantizar una atención de calidad, en la mayoría de los casos los menores con cuadros leves son atendidos en pediatría hasta los 14 años, mientras que los menores con enfermedades crónicas, graves o poco frecuentes pueden ser tratados tanto en atención primaria como en hospitalización por el pediatra, para facilitarles su estado.
Lo importante a la hora de hacer una transición entre facultativos es siempre que esta no se realice de manera abrupta, sobre todo si existen cuestiones importantes en cuanto al historial clínico o si el menor tiene problemas de confianza o inquietud.
Algunos consejos es pedir a nuestro pediatra que nos recomiende otro médico o buscarlo por nuestra cuenta con bastante antelación.
Es imprescindible que tanto el pediatra como el nuevo médico tengan comunicación entre ellos y se realice correctamente la transferencia de información.
Es fundamental que antes de que se produzca el cambio empecemos a comentar y concienciar al niño o niña de que este se producirá y que, junto a su crecimiento para muchas cosas, también llegará el momento de responsabilizarse de otras, como su salud.
Además de indicarle la importancia de cuidarse y tomar conciencia de su salud, pues en estas edades es cuando empezamos a tomar decisiones que pueden beneficiarnos o perjudicarnos, es importante exponerles la importancia de que se comuniquen.
Debemos explicarles que no deben sentir vergüenza a la hora de explicar lo que crean necesario, preguntar e informar al médico, y que es muy importante que sigan las pautas del profesional, así como empezar a tomar un papel más activo como ir solo a las citas, pedirlas, ir a buscar los medicamentos etc.
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